Ricky / Estados Unidos
«Cuando tenia apenas 7 años ya sabía que mi alma no estaba entrelazada con mi cuerpo. Veía a las niñas y sentía envidia, porque sabía que por dentro yo era una niña. Rezaba y le pedía a Dios despertarme algún día siendo niña. Tengo la fortuna de vivir en Estados Unidos, donde podemos ir tras nuestros sueños y deseos. Sin embargo, mi familia me repudia y no me habla desde el momento en que decidí atravesar esta transición. No se imaginan el dolor que sentía a diario por tener que vivir como niño. Soy libre, pero no soy libre. Ahora mismo no me va bien en el aspecto económico. Pero tengo que hacerlo, por cada una de las mujeres trans asesinadas, por las que se han suicidado y, sobre todo, por mí».