LGB141109P_00171-2

D & O /

«El 19 de octubre regresábamos de muy buen humor de un concierto de jazz. Terminó algo tarde, así que nos regresamos en el último tren. En la estación había poca gente. Las escaleras estaban vacías a excepción de dos muchachos, de unos 25 años. Estábamos subiendo agarradas de la mano y nos dimos un beso. Luego de eso, cayó un pedazo de papel arrugado, pero no le prestamos atención, pensamos que había sido un accidente.

Salimos del metro y seguimos caminando tomadas de la mano. La calle estaba desierta, pero eso no era nada raro, así que no teníamos razón para preocuparnos.
Nos atacaron cuando estábamos camino a casa.

O: Escuché pisadas rápidas e inmediatamente después sentí un golpe fuerte en la cabeza. Nos atacaron por la espalda sin decir una palabra. Todo pasó tan rápido que ni siquiera tuve tiempo para entender lo que estaba pasando. Pensé que lo que querían era robarse mi bolso.

D: Con mi visión periférica vi que alguien se acercaba rápidamente a mi novia. Quise halarla hacia mí, pero fue como un rayo y en ese momento él la golpeó en la cabeza. El impacto fue fuerte. Apenas podía sostenerse de pie. Me asusté muchísimo. Me di vuelta y vi a quien la había atacado; era uno de los muchachos de la escalera. Gritó «¡Maldita lesbiana!». Traté de empujarlo, pero me pegó.

O: Grité asustada: «¡¿Estás loco?! Somos hermanas». En ese momento le pegó a D en la cara y gritó «¡Sí, claro, yo las vi! ¡Incentivando a los gays! “. Quise detenerlo, pero ni siquiera alcanzaba a tocarlo. Me pegó. Nos pegó a las dos mientras gritaba: «¡No a los gays!». Tratamos de hacer algo, pero fue en vano. Nos sentimos completamente indefensas. Todo ese rato su amigo estuvo filmando con su teléfono lo que estaba pasando, probablemente para luego mostrárselo a sus amigos. Todo duró unos cuantos minutos, Hasta que el agresor gritó que nos mataría si volvía a vernos. Y se fueron.

D: Traté de detener a O para ver si estaba bien, pero ella me empujó y me dijo que nos fuéramos a la casa.

O: Lloraba, no entendía por qué nos había pasado eso…

D: Sentía mucho dolor y me sentía débil. Estaba molesta conmigo misma por no haber podido protegernos. Cuando llegamos, sentimos el verdadero impacto de cada golpe.

O: Me sentía enferma. Mareada y enferma. Me dolía toda la columna y la cara. Pero sabía que habíamos tenido suerte porque estábamos vivas.

D: Me dolía el muslo; no podía sentarme, pararme, todo me dolía. Me dolía la cabeza. Pero más que nada me preocupaba O, me parecía que sentía más dolor que yo.
Estábamos como inmóviles. Al día siguiente teníamos miedo de salir de la casa, y no llamamos a la policía porque esperábamos que tuvieran una actitud negativa debido a nuestra orientación.

O: Aun así, un día después fuimos a la policía, al hospital y a una organización de derechos humanos. Aún no se ha abierto el caso, a pesar de los esfuerzos de nuestros abogados y nuestros propios esfuerzos. Sin embargo, la policía no tardó en poner nuestra historia en los medios. Muchas personas hicieron comentarios negativos sobre los artículos, porque en nuestro país no se tolera a los gays. Todo esto solo empeoró nuestro estado emocional.

O: Después del incidente me sentía como que cualquier persona podría venir a atacarnos sin razón aparente. Este sentimiento sigue dentro de mí aun cuando estamos en un lugar concurrido durante el día, más aún en las noches… No me siento tan libre como antes. Ahora, cuando caminamos tomadas de la mano no puedo evitar pensar: «¿Cómo respondería esa multitud? ¿Nos atacarían mientras gritan «¡NO LGTB!»? …Le he pedido perdón a mi novia por estar en esta situación y no poder hacer nada para defenderla. Hasta el día de hoy me acecha esa sensación de impotencia. Antes de eso no quería creer que alguien podría atacar a otro en la calle con tanta facilidad solo por ser gay. Ahora lo creo…

O: Después del ataque, sentí aún más amor hacia D, y cuánto miedo me daba pensar que podía perderla. Lo peor que sentí fue la absoluta incapacidad de proteger a la persona que amo, e incluso a mí misma. Sí, ahora volteo cuando camino por la calle y veo a cada hombre como un peligro. Me di cuenta de que hay gente con problemas que puede atacarnos solo porque somos lesbianas. Pero ahora, cada vez que estoy en la calle, cuando la tomo de la mano, lo hago conscientemente, es mi elección. D, toma mi mano, es mi recompensa por tu valentía».

Share this story:Share on FacebookTweet about this on Twittershare on TumblrEmail to someone